Si te dejara ir,
y te llenará de flores los recuerdos,
iría a tu funeral doliente y celebrante,
con dolor de muelas,
y la panza vacía de mariposas.
De noche,
en pijama,
con la cara hinchada
y sin zapatos.
Tendría dos o tres excusas
para los que me vieron llorar.
Lo mató la desgracia,
lo mató la ira.
Me dejé morir.
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