Te peine los rulitos y te puse un moño rosa en la cabeza.
Pensé entretenerte con música acartonada que hablará de angustias que se pueden tocar con los dedos, pero temí a tu corazón.
Te maquille las bondades con una pasta que volvió cetrina la piel marfil, te vestí con los complejos de adolescente que te acompañan y te deje reposar para que tomaras el olor de mis tristezas más profundas.
Volví la vista hacia el costado y seguí pensando que podría vivir sin vos.
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