La cartografía de tu risa.
El plano de luces de tus días grises.
La fotografía de tus pecas en la espalda.
La radiografía nomenclada de tus nudillos fuertes.
La lista infinita de las canciones que mapeaste en mi reproductor.
Las partituras de tu voz parlante, de tus claros pájaros en la garganta.
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