Viviríamos en un pequeño, pero próspero, asentamiento urbano.
Un lugar lo suficientemente grande como para instalar nuestra libreria. ¿Puedes verlo?.
Todos los días despertariamos por la mañana, y seré yo quien prepare el desayuno. Vos vas a bajar a pasear a nuestro perro y a comprar el diario en el kiosco del barrio.
Camino al trabajo, vamos a pasar por la verduleria, a por limones y vas a parar a la chica de las flores en el parque, para pedirle las de la estación, las más bella, lantanas de todos los colores.
Ya en nuestra libreria, podríamos hacer pequeñas obras de teatro para los niños. Yo me voy a encargar de que la limonada esté fresca y las galletas sean un pedacito de cielo, las flores van a bailar valses de luna menguante cuando con voz de brujo cuentes las historias de dragones y ríos que no dan al mar rojo. De tinta y de suspiros.
Te voy a mirar satisfecha, y tu media sonrisa me dirá que ha valido la pena.
agosto 20, 2014
Libreria del pueblo
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