La conoció un jueves 32 de Enero en una latitud cercana al trópico de Cáncer con la luna en la nariz sorteando su buena fortuna a la bondad de los extranjeros que la miraban hipnotizados.
Quería sentarse a descansar los miedos de veinteañero hedonista, pero el movimiento de sus caderas, que invitaban al bamboleo de las hojas, irradiaba una fuerza similar a la gravedad sobre sus ojos parcos.
"Tienes hora?" pregunto en un español ensayado
Fue jueves 32 de Enero a las 23.65 el resto del año y no la dejó de mirar.
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